Ese fue el reto que nos planteó Caricias de Sara, una bodega que buscaba una etiqueta que transformara la emoción del contacto en una experiencia visual y táctil, combinando elegancia, sensibilidad y coherencia con la información del vino.
Diseñar una etiqueta que evocara la ternura y sutileza de una caricia, utilizando los recursos del diseño —color, textura y forma— para conectar con los sentidos y transmitir la esencia del vino.
Representamos la idea de la caricia mediante líneas suaves, curvas orgánicas y una composición fluida que transmite calma y cercanía.
Elegimos tonos cálidos y armoniosos que evocan suavidad y equilibrio, reforzando la sensación de elegancia.
Incorporamos relieves y acabados sutiles que invitan al tacto, convirtiendo el diseño en una experiencia física y emocional.
Diseñamos una disposición limpia y armónica, donde los datos técnicos se integran de manera natural sin romper la estética general.
La etiqueta de Caricias de Sara combina delicadeza, elegancia y emoción, logrando representar visualmente el concepto de la caricia con equilibrio y sutileza.
Un diseño que invita a detenerse, a sentir y a disfrutar el vino desde la primera mirada.
Porque algunas emociones no se cuentan,
se sienten… como una caricia.
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