Que la imagen es muy importante en publicidad creo que nadie tiene duda. Por eso las agencias, publicitarios y diseñadores, cuidan sus campañas hasta el último detalle para ofrecer la mejor imagen posible del producto que están vendiendo, ya sea para mejorar la imagen de una modelo, embellecer un producto o incluso para crear un escenario y un ambiente ficticio.

¿Pero hasta qué punto es ético retocar en exceso las imágenes para vender más?

 

 

La publicidad falsea la realidad

 

La marca Dove, hace algunos años, realizó una genial campaña “por una belleza real”. Ésta campaña, incluía un making off que criticaba el abuso de retoques en ciertas publicidades de cosméticos.

Si tenemos en cuenta que el mejor argumento de venta es la verdad de un producto o servicio, quizás podamos considerar que aquellas empresas que falsean los efectos reales de sus productos es que quizás no tengan otro argumento de venta.

En Israel, el retoque de imágenes en publicidad está regulado en las industrias de cosméticos y marcas de ropa. Por ley, aquellas marcas que retoquen sus fotos, imágenes, etc. deberán informar al consumidor de son imágenes alteradas digitalmente.

En el Reino Unido,  la empresa de cosméticos L’Oreal ha sido multada en repetidas ocasiones por exagerar el efecto de sus productos a través de los retoques digitales. Pero no ha sido la única empresa multada y obligada a retirar sus campañas. Otras grandes conocidas en el mundo de la cosmética, como Lancome, han corrido la misma suerte.

En Estados Unidos, se están planteando aprobar una ley “anti-photoshop” o “Ley de autoestima”, ya que el 80% de las mujeres norteamericanas se sienten inseguras con su físico y las autoridades se plantean hasta que punto la  exposición excesiva y continuada de modelos y actrices con pieles y cuerpos digitalmente perfectos es dañino para la autoestima de las mujeres.

 

Lo cierto es que todas las imágenes publicitarias se retocan: ya sea para mejorar la iluminación, el contraste, quitar imperfecciones o crear nuevos mundos. En publicidad, las modelos son perfectas, las hamburguesas son perfectas… aunque a veces esa perfección tenga poco que ver con la realidad que luego compramos.

Pero tendemos a creer que el cliente es tonto. Y no es así. El consumidor de Mc Donalds es perfectamente consciente de que jamás le servirán un Big Mac tal y como sale en el anuncio. Y de sentirse estafado tiene el máximo poder, que es no volver a comprar el producto.

El publicitario tiene la obligación de resaltar las virtudes de los productos que vende y es lícito que para ello utilice todas las técnicas que están a su alcance: incluidos los retoques fotográficos y la post-producción, siempre que no se desvirtúen los efectos reales del producto que venden.

Personalmente creo que retocar imágenes no tiene porqué considerarse un engaño publicitario. Eso si, también dependerá del producto que se quiera vender y de aquello que se retoque.

 

Pondré un ejemplo: no es lo mismo, crear un escenario ficticio o  retocarlo si queremos crear un ambiente para vender, por ejemplo, un coche que conduce en un mundo fantástico, que si le sacamos a una modelo todas las arrugas de su cara para mostrar que la crema que vendemos es efectiva. En ambos casos se está falseando la imagen, pero solo en uno de esos casos, el de los cosméticos, estas modificaciones pueden inducir al consumidor a creer que esa piel perfecta es gracias a la crema y no gracias al photoshop o a la post-producción.

Lo cierto es que la polémica está más viva que nunca. Y las posibles soluciones están muy divididas: países como EEUU y UK proponen censurar este tipo de retoques publicitarios.  Israel propone informar de que las imágenes han sido alteradas digitalmente.

En España, pese a que la Ley General de Publicidad considera ilícita “la publicidad engañosa: que incluida su presentación, si induce o puede inducir a error a sus destinatarios…”, aun no se han posicionado ni a favor ni en contra del retoque abusivo de imágenes publicitarias en ciertas industrias, pese a que sí pueden llevar a equívocos a los consumidores, como es el caso de los productos de cosmética.

Sin embargo, si que se aplica en la industria de los juguetes en los que, desde hace muchos años, no se pueden mostrar ficciones animadas, y de ser así, hay que indicarlo. Del mismo modo, en el caso de los juguetes estáticos, se debe mostrar la mano del niño generando el movimiento y un largo etc.

Algunos argumentan que esta diferencia de aplicación estricta de la ley en la publicidad de juguetes es debido a que los niños no tienen la capacidad de discernir y se creen lo que ven. En cambio los adultos si son capaces de interpretar que eso que les muestran es 100% real o por el contrario está ligeramente o muy falseado.

Sea como sea, la polémica está servida.

¿Creéis que se debería prohibir el retoque de imágenes en publicidad? O por el contrario ¿las empresas deberían estar obligadas a informar de que las imágenes que utilizan están retocadas? ¿Te parece que estás leyes sobreproyegen a los consumidores?

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